jueves, 21 de abril de 2011

El niño que llenó una boleta

Siempre había escuchado que había mucha similitud física entre los costarricenses del norte y los nicaragüenses del sur, recientemente lo confirmé,
pero pese a que somos hermanos existe en estos momentos algunas diferencias idiosincrásicas que me llamaron la atención y aprovecho para comentarlas.

En primer lugar es indudable que somos realmente hermanos, es muy sencillo determinar por los saludos y la cercanía que nos vemos como hermanos, pero como en toda familia hay diferencias.
La frontera de los chiles es una rudimentaria cerca de tres hilos de alambre, que en algunos tractos que lo separan está en el suelo, obviamente es fácil de cruzar, sin embargo hay una diferencia: los nicaragüenses la cruzan constantemente y los costarricenses en cambio están amenazados con armas si lo hacen. La presencia del ejercito es de por sí un cambio radical para nosotros, de este lado el policía es un señor bonachón, poco atlético que comiéndose un helado vigila, mientras que del otro lado es joven soldado, vestido de fatiga, que con su sola mirada hace notar una ira por medio de la cual quiere imponer respeto.
La diferencia tiene que ver con un absurdo nacionalismo que se da a través de los ríos que conectan los países, cada embarcación posee dos banderas y al cruzar una frontera marcada por un mojón en las orillas del río, debe correrse a intercambia el símbolo que se porta de acuerdo a la embarcación, es como si cada vez que se fuera en carro uno tuviera que bajarse a cambiar de placa. ¿No son acaso dos vecinos que se frecuentan?

Los Nicaragüenses son un país pobre pero muy trabajador, me atrevería a decir que trabajan, en promedio más que los ticos de la zona, pero con menores remuneraciones. Solo un ejemplo, el bote de CR a Nic cuesta 6 mil colones, y de regreso de Nic a CR 5 mil, ambos montos cobrados en colones, es decir no hay truco de tipo de cambio.
La diferencia que más me afectó fueron las decisiones de cómo vivir la pobreza, teniendo un maravilloso lago, mucha pesca, mucho turismo, la suciedad,
los servicios de baja calidad dejan ver los pocos deseos de superación en algunos. Sé que como país Nicaragua posee un enorme potencial, pero creo que
deben enrumbar sus esfuerzos gastar menos en seguridad militar y mejorar los niveles de educación, preocuparse por limpiar más sus locales comerciales
y ser en general más serviciales con los visitantes.
Finalmente cuento la anécdota del joven que se ofrece con un lapicero a llenar las boletas de migración, él cobra por su capital humano: saber leer y escribir 300 colones, con eso y a 40 personas por bote, bien se está ganando mucho más que en la recolección de naranjas o frijoles de la zona. Un buen ejemplo de cómo se puede con inversión en educación cambiar pronto las condiciones generales que están a un pequeño paso de ellos mismos las puedan cambiar.

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